Es imposible limpiar el aire, o bien reducir la contaminación del aire generada por el sector de transportes y vehículos, sin eliminar el azufre de los combustibles, el azufre es por sí mismo es un elemento natural contaminante, el contenido de azufre en el combustible afecta a los motores de dos formas diferentes, una tiene que ver con la contaminación ambiental por la emisión de dióxido de azufre (SO2) de los gases producidos en la combustión y la otra forma va directamente a las partes del sistema del combustible. Cuando el combustible con azufre se consume en la cámara de combustión de un motor, se forman óxidos de azufre que reaccionan con el vapor de agua para formar el ácido sulfúrico, al igual que el sulfuro de hidrógeno, si estos vapores de ácidos se condensan, atacan químicamente las superficies de metal, las camisas de los cilindros y pueden afectar los cojinetes. Por ejemplo, cuando la temperatura de las camisas de los cilindros es inferior a la temperatura de rociado del ácido sulfúrico, y el aceite de lubricación no tenga suficiente reserva de alcalinidad para neutralizar el ácido, todos estos componentes se pueden desgastar diez veces más rápido. Cuando se producen daños debido a la presencia de azufre en el combustible, habrá una perdida lenta de potencia del motor, pero el desgaste corrosivo traerá consigo un consumo excesivo de aceite y mayor emisión de gases, causando composturas prematuras del motor. Un alto contenido de azufre en el combustible produce:
El usar un combustible bajo en azufre es una necesidad para todos, sin embargo, el azufre es soluble en el diésel y este es uno de los mejores lubricantes, también previene la actividad bacteriana, por esto al disminuir el nivel de azufre en el diésel, se pierde lubricidad y control de contaminación bacteriana, por lo que requiere ser aditivado.
